«Vi a Antonio dar un taller de compostaje y supe que tenía que tener un proyecto así en mi escuela», dice la profesora Leslie Castro, que da clase a 3º de primaria en el colegio Melitón Albañez. «Sabía que quería trabajar con mis alumnos para crear un jardín en los terrenos de la escuela».
Con esa inspiración, el coordinador de CSU Cero Basura, Antonio Diego, empezó a ir a la escuela primaria Melitón Albañez todas las semanas y a almorzar con los niños de 1º a 3º curso. Su primera cita para comer fue en septiembre de 2023. «Mi idea era promover la separación de residuos, la separación de semillas y el compostaje», dice Antonio. «Comíamos fruta todos juntos, y luego los alumnos tomaban las semillas de fruta, las ponían en servilletas y las colocaban en una zona sombreada de su aula para que se secaran». El objetivo era crear una actividad infinita, un ciclo como el que atraviesa la naturaleza. Al cabo de unas semanas, Antonio llevó a la escuela un poco de tierra que había cosechado del compost que gestiona en el Centro CSU Todos Santos. Los niños pusieron la tierra en pequeños recipientes y plantaron las semillas de sus sandías, pepinos, papayas y otras frutas.
«Los niños cuidaban mucho de esas plantas y se ocuparon de ellas en las jardineras de sus clases durante más de 3 meses, incluso durante las vacaciones de Navidad, así que sabemos que sus familias ayudaron. Las plantas iban tan bien que pronto necesitamos un huerto» señala Antonio. Mientras las plantas estaban ocupadas creciendo, los niños se dedicaron a crear el compost que necesitaba el huerto; nada más y nada menos que la mejor tierra para sus plantas frutales. «Todos los días, durante el recreo, los niños, supervisados por sus profesores, utilizaban un cuchillo y una tabla de cortar para trocear sus residuos orgánicos y convertirlos en restos para la pila de compost. Algunos niños traían sus residuos orgánicos directamente del desayuno familiar de casa. Les dije a los alumnos que estaban cuidando de una mascota invisible, que es la bacteria SIRDO, especializada en convertir sus residuos orgánicos en compost.» Los resultados son emocionantes, dice Antonio. «¡Justo antes de las vacaciones de Semana Santa pudimos recoger 30 kg de nuestro propio compost en la escuela! Utilizamos un termómetro para comprobarlo -34,1 Celsius es la temperatura media- y una báscula para medir el impacto de los residuos desviados del vertedero. Han sido un total de 46 kg desde el 4 de marzo».
Cuando el compost estuvo listo, Antonio y la profesora Leslie Castro invitaron a algunos de los padres a venir a ayudar a cavar una zanja en los terrenos de la escuela utilizando los principios de la Agricultura Biointensiva de John Jeavon. Los niños ayudaron a añadir el compost y las plantas en la zanja, ¡y ahora hay un huerto escolar floreciendo en Melitón Albañez! 90 alumnos y profesores de 1º a 3º curso firmaron en marzo el compromiso de seguir criando una mascota invisible todos los días en el recreo, para que los niños sigan participando activamente en la elaboración de compost todos los días para alimentar su huerto. Antonio instalará pronto un sistema de goteo donado por un amigo del proyecto.
